Any Cerdā

Actividades

1859, Barcelona y los Juegos Florales

Modernización y romanticismo

18\07\2009 - 14\03\2010

ORGANIZA: MUSEU D'HISTōRIA DE BARCELONA (MUHBA)

COMISARIO: JOSEP M. DOMINGO CLUA

LUGAR: CASA PADELLāS

PLAįA DEL REI S/N

T. 932562100

En este 2009 se cumplen 150 años de los primeros Juegos Florales de Barcelona contemporáneos. Con ocasión de este ciento cincuentenario, la exposición “1859, Barcelona y los Juegos Florales. Modernización y romanticismo” desea conmemorar el episodio de la “restauración” de los Juegos ubicándolo en el momento singular, y clave, de la historia contemporánea de Barcelona en que se produjeron: aquel en que las élites locales, como las de otras ciudades continentales, ante la expectativa de que el orden liberal satisfaga las transformaciones materiales e institucionales en que deben proyectarse (las transformaciones del Plan Cerdà, por ejemplo), elaboran unas estrategias de construcción cultural que las legitimen y las dignifiquen.

Así, la exposición quiere mostrar cómo, en el horizonte del “gran despertar de Cataluña en 1854” del que habla Vicens Vives, y en el marco de una reacción catalana al intenso proceso de “nacionalización” española y de centralización de la época moderada, los Juegos sirven al objetivo de redefinición de las prácticas culturales, articulando los valores del historicismo romántico (lo que garantizaba un espacio propicio a las prácticas literarias en catalán) con las nuevas exigencias de representación urbana. Y también cómo, frente al reproche de escapismo que se les hace, son, pues, coherentes tanto con las reiteradas reflexiones acerca de la identidad de la nueva Barcelona de la concentración industrial y obrera como, al mismo tiempo, con los llamamientos a la acción ―o, como dice el mantenedor en los Juegos de 1859, Antoni de Bofarull―, a “confiar en lo mucho que el país puede dar de sí”.

La fiesta de los Juegos Florales, un viejo proyecto de los primeros románticos catalanes que las instituciones académicas habían conservado, se convierte, así, en 1859, en el marco del triunfo de la cultura del romanticismo, en un momento en el que se singularizan la concurrencia de episodios como la planificación del Eixample de la ciudad, la guerra de África (con el protagonismo de Prim y los voluntarios catalanes), la publicación del poema de Mistral Mirèio, o la guerra para la unificación de Italia, un dispositivo brillante y elocuente, en definitiva oportuno, de representación ―como la propia idea de “renaixença”, a la que los Juegos sirven de apoyo convincente, en una calculada estrategia de proyección pública. No debe ser totalmente ajeno a esta oportunidad el éxito de la fórmula de los Juegos Florales en el espacio y en el tiempo, hasta el ciento cincuentenario de hoy.