Any Cerdà

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ILDEFONS CERDÀ

Ingeniero de Camino, Canales y Puertos, Ildefons Cerdà nació un 23 de diciembre de 1815 en la masía El Cerdà de Centelles. El cuarto de seis hermanos, tuvo que rebelarse contra el futuro que le habían reservado como sacerdote y después de estudiar latín y filosofía en el seminario de Vic empezó a cursar arquitectura y matemáticas en Barcelona. En 1835 se trasladó a Madrid para estudiar en la escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, donde obtuvo el título seis años más tarde.

Ya como ingeniero, ingresó en el Cuerpo de Caminos del Estado, encargado de la construcción de las obras públicas y a lo largo de ocho años fue destinado a diversas provincias españolas, donde acumuló una importante experiencia profesional participando en la construcción de carreteras e infraestructuras de servicio y de transporte.

La muerte de sus dos hermanos mayores y de su padre lo convirtió en heredero de la fortuna familiar. Casado con Clotilde Bosch, con quien tendría cuatro hijas, tomó una decisión que resultaría determinante: renunciar en 1849 a su plaza de funcionario para dedicarse exclusivamente al estudio de lo que él llamaba “la idea urbanizadora”. Sus esfuerzos cristalizarían en 1859 en un proyecto clave para el nacimiento del urbanismo moderno: el Plan de Reforma y Ensanche de Barcelona. La enorme producción teórica que permanentemente acompañó a su trabajo quedó sintetizada en 1867 con la obra Teoría General de la Urbanización.

Además de pionero del urbanismo, Ildefons Cerd fue también un político de cariz progresista: diputado a Cortes en Madrid, regidor del Ayuntamiento de Barcelona en diversas etapas e incluso presidente de la Diputación de Barcelona en 1873.

En verano de 1876 la muerte lo sorprendió mientras hacía una cura en el balneario de Caldas de Besaya (Cantabria). De la fortuna que había heredado era bien poco lo que quedaba. Los años dedicados a sus estudios y la cantidad de trabajos que la Administración le debía habían resultado fatales para sus finanzas. Menospreciado por algunos de sus contemporáneos, su papel fundamental en la transformación de Barcelona parece hoy indiscutible.